Día del Trabajo: las claves del discurso del Presidente Petro que ya generan polémica

Ante una plaza de Bolívar llena de personas que participaron en las marchas del 1.º de mayo, el presidente Gustavo Petro radicalizó su discurso. Su intervención, de una hora y 10 minutos, fue el acto central del evento convocado por los sindicatos afines al Gobierno, que aprovechó las tradicionales movilizaciones de los trabajadores como réplica a la marcha de la oposición que el pasado 21 de abril también llenó la plaza de Bolívar. 

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Allí, en compañía de su hija Antonella, de varios de sus ministros y de congresistas del Pacto Histórico, entonó el himno nacional, cantó la Internacional Socialista, Petro agitó las banderas de Colombia y del M-19 y volvió a insistir en la tesis de un supuesto golpe en su contra, que amarró a las investigaciones que realizan varias autoridades por posibles violaciones de los topes electorales en su campaña del 2022.

La inédita participación de un gobernante en la tradicional jornada del 1.º de mayo le sirvió de plataforma para mostrarse radical, con una narrativa similar a los inicios de la polarizada campaña electoral de hace dos años.

Pero la situación, ahora, es diferente. Es el jefe del Estado y sus expresiones tienen consecuencias para todos. Empezó con el anuncio de la ruptura de las relaciones con Israel porque “si muere Palestina, muere la humanidad” y pasó luego a los temas locales. Se mostró retador: “No vamos a retroceder” porque “no tenemos miedo”, anunció a en respuesta a quienes se oponen a sus reformas sociales.

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Y advirtió que el Gobierno debe mostrarse sólido, que no son tiempos para dudar e instó a los funcionarios que no compartan su posición a marcharse. “Aún hay ministros y ministras que temen; otros van adelante”, dijo. “Ministro o ministra que le dé miedo, dé un paso al costado y deje que otro lo pueda hacer”, ordenó. En el último año y medio, siendo el último de ellos el exdirector de Planeación Jorge Iván González, Petro prescindió de las voces de centro y más técnicas de su gabinete e integró a sus alfiles más incondicionales. Sus palabras hacen prever dificultades para ministros que seguían insistiendo en abrir canales de diálogo con sectores de la oposición. 

El Presidente volvió a hablar del acuerdo nacional que propuso el 20 de julio pasado en la instalación del Congreso, pero en el cual finalmente nunca avanzó en el terreno político. Ahora, amarró ese acuerdo a su idea de una constituyente, iniciativa en la que no cede, pero que no convocaría a través de lo ordenado por la Constitución y la ley, sino a través de cabildos populares. “Un acuerdo nacional es desatar el poder constituyente en Colombia”, aseguró antes de afirmar que no buscaría una reelección, porque, dijo, “no soy adicto al poder”.

Según él, lo que quiere es “una democracia real”. ¿Qué significa según Petro? “Salir a las calles, a los barrios, a organizar el poder constituyente, las asambleas populares en todos los lugares de Colombia, no solo para detener un golpe (de Estado), sino para proponer y hacer realidad los grandes cambios que este país necesita”. Ese camino implicaría saltarse al Congreso y el control de la Corte Constitucional. 

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Arropado por sus seguidores, respondió a quienes se movilizaron el 21 de abril en contra de sus políticas. “Lo hicieron engañados”, dijo. Según él, realizaron una “marcha de los ataúdes, una marcha de la muerte”.

Para él, quienes ese día salieron a rechazar la gestión de su gobierno son defensores del “esclavismo” y cómplices de los asesinatos extrajudiciales y de quienes dispararon contra los 60 jóvenes durante el estallido social. “Salieron a marchar diciendo que no haya cambios, que todo está bien, que este es un paraíso, que este es un país que se merece todo colombiano, que no importa la violencia, ni la sangre derramada, que no importan los 6.402 jovencitos fusilados por el Estado”, dijo.

Una afirmación que va en contravía de las palabras de Laura Sarabia, directora del Departamento Administrativo de la Presidencia (Dapre) y una funcionaria de máxima confianza, quien tras las marchas de la oposición pidió hacer un ejercicio de “reflexión y autocrítica”.

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Y también de las conclusiones entregadas por el ministro del Interior, Luis Fernando Velasco, sobre el cónclave en Paipa, Boyacá: “Hemos hablado de nuestros errores, para corregirlos” y de escuchar “a quienes tienen observaciones frente a lo que estamos haciendo porque gobernamos para todos los colombianos”.

Este miércoles el Presidente tomó otro camino. “Los que vinieron a esta plaza parecieron ser nostálgicos de la Constitución de 1886. Su estado de sitio y el estatuto de seguridad. Turbay, presidente de la República, expidió el estatuto de seguridad de 1978. Que se sepa, un Netanyahu de apellido Turbay que quiso crear la dictadura en Colombia, que era uno de los grandes capos del narcotráfico”, afirmó.

“El discurso del Presidente refuerza las posiciones más radicales de la base en la que se afianza, sin ningún interés de que pueda lograrse un acuerdo nacional salvo que este se acomode a sus propuestas e idearios”, dice el analista Gabriel Cifuentes.

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Pronunció “un discurso lleno de dardos, reivindicaciones sociales e históricas, pero nada diferente a lo que ha sido su discurso desde incluso antes de llegar al poder”, agrega este experto en comunicación política. Petro arremetió con dureza contra los expresidentes Pastrana, Uribe, Santos y Duque y los señaló de ser miembros de “una pseudoaristocracia ignorante”. 

Acto seguido, ató su constituyente al proceso de paz que el Estado firmó con la guerrilla de las Farc. “Los acuerdos hablan y ordenan hacer un acuerdo nacional”.

“Gustavo Petro sigue en campaña. Eso refleja su discurso”, dice Juliana Ocampo, MBA del MIT Management Sloan School y abogada de la Universidad de los Andes. Para esta analista, la fuerza de su intervención estaba dirigida a sus bases: “Se le olvida que es el Presidente de todo un país, no solo del 30 por ciento que lo apoya. Parece en competencia con quienes no están de acuerdo con la manera en que está gobernando, en vez de oír a todas las partes y no seguir polarizando”.

En su mitin, el Presidente cargó de manera particular contra dos personas. El expresidente Uribe, quien fue blanco de varios dardos, y Joseba Grajales, el presidente de la firma Keralty (dueña de Sanitas). “Deje de engañar a sus afiliados diciéndoles que vamos a acabar la salud, les vamos a mejorar la salud a todos los afiliados de la EPS Sanitas”, dijo. 

Y remató advirtiendo que su anunciado plan de reactivación económica incluye polémicas medidas para el sector financiero: “Las medidas económicas, y de una vez lo digo, van a consistir proyectos de ley que generen una inversión forzosa en el sistema financiero privado colombiano, con destino a créditos a la pequeña media y gran industria de agricultura y turismo”.

El analista Pedro Medellín sintetizó así la jornada: “Calificar la movilización del pasado 21 de abril como ‘la marcha de la muerte’ no solo es una expresión de intolerancia, inadmisible en un presidente de la República. También está anticipando una peligrosa propensión antidemocrática del primer mandatario cuando la gente no está de acuerdo con él. De ahí a la tiranía hay muy pocos centímetros”.
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​ARMANDO NEIRA - EDITOR DE POLÍTICA DE EL TIEMPO - @ARMANDONEIRA