Hombre señalado de asesinar a un urólogo en Medellín escribió un libro contando su caso

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Una semana después de lo ocurrido con el homicidio del médico urólogo Juan Guillermo Aristizábal en su consultorio ubicado en exclusivo sector de El Poblado, se conocieron detalles sobre los motivos que habría desencadenado en esta tragedia.

El señalado homicida, Jhon Ferney Cano, se quitó la vida en el mismo piso donde ocurrió el crimen tras haber iniciado un incendio y, presuntamente, haber herido a la asistente del doctor Aristizábal.

De Cano se indicó que era paciente del urólogo, que era una persona que recibía atención psicológica y que desde hacía aproximadamente tres años venía amenazando al galeno. 

Al parecer, por una cirugía que le realizó y que le dejó afectaciones en su vida.
Recientemente se conoció que este hombre escribió un libro detallando la situación y los motivos que lo llevaron a consultar con el ahora difunto urólogo.

‘Memorias de un loco sensible’ se llama el texto de más de 360 páginas y cuenta la vida de Cano, pero, su problema médico y lo que para él desencadenó la cirugía realizada por el doctor Aristizábal.

La portada del libro es una foto explícita de un pene sostenido con elementos quirúrgicos en lo que parece ser una circuncisión.

Simplemente pensaba que me iba aliviar, algo que no resultó, porque ese diagnóstico estaba equivocado

En el escrito, además de señalar a varios urólogos de hacer mal su trabajo, hay un capítulo dedicado al Dr. Aristizábal llamado ‘Juan Guillermo Aristizábal Vásquez (Traidor hijo de PUTA)’ (SIC).

Dicho libro, tiene fotos de exámenes médicos, órdenes de medicamentos, diagnósticos y demás documentación que detalla su condición de salud y todo el historial médico con Aristizábal.

Cuenta el hombre que acudió al doctor Aristizábal en 2020 por un dolor en la punta del pene y falta de deseo sexual, quien tras revisarlo lo diagnosticó, según dice en el libro, con un hongo, varicocele y una hernia. 

Según se relata, la solución era realizarle una circuncisión. Cano narra que confió en dicho diagnóstico a pesar de que no veía rastro o signos de hongo en su miembro.

Fue operado el 21 de octubre el 2021 pagando una suma de más de $2’300.000 y dice que desde allí comenzó su suplicio.

“Simplemente pensaba que me iba aliviar, algo que no resultó, porque ese diagnóstico estaba equivocado (…) Lo que sucedió fue que pude “ver el futuro”, y no estoy exagerando, mi intuición me dijo al instante que aquello no me aliviaría. El maldito dolor, que llevaba prácticamente 5 años conmigo, seguía justo ahí. ¿Me pregunté por qué hubo que hacer tanto daño?, ¿por qué hubo que hacer semejante atrocidad?, ¿tan peligroso era el hongo que me habían comentado?, ¿por qué tuvieron que convertir mi pene en semejante esperpento?, ¿por qué me quitaron el frenillo y no me avisaron?, ¿por qué fijaron el tejido restante tan arriba, inmediatamente después de la cabeza del pene, si yo lo hubiera preferido un poco más retirado de la cabeza del pene?, ¿por qué no se me consultó absolutamente nada referente a este procedimiento de lo que iban a quitar o más o menos cómo debería quedar?”, narra en el libro.

Empecé a odiar a ese urólogo

Dice que tras la intervención su pene quedó desfigurado, con una enorme cicatriz, que le comenzó a salir una materia verde y que el dolor no se fue.

“Empecé a odiar a ese urólogo, porque para mí había sido una falta muy grave el que no hubiera realizado ningún examen y mucho menos que él no me hubiera informado con detalles sobre la situación, algo que era de trascendental importancia”, cuenta en el libro.

Recopila también informes sobre alteraciones psicológicas y físicas debido a la circuncisión, entre las que está el estrés postraumático.

También dice que gastó mucho tiempo y dinero (más de 15 millones de pesos) visitando otros especialistas para que le ayudaran con su dolor, pero que todo fue en vano.

“Obviamente tuve que costearme algunas citas con siquiatría, debido a que mi situación empeoró y perdí mi dinero. Ahora mi pene luce feo, aunque ese es el mal menor, ya que mi dolor empeoró (…) Empecé a tomar una gran cantidad de antidepresivos, pero aquello no funcionó, mi dolor nunca me abandonó”, dice en el libro.

Fui engañado, ahora espero que mi venganza sea dulce

También afirma -y muestra documentación- que en una cita de psiquiatría con la EPS nunca le dieron las pastillas, porque estaban agotadas.

Y luego vuelve y retoma su situación con el doctor al que posteriormente asesinaría, según las autoridades y según él mismo lo deja ver en el libro.

“Exactamente dos años después de mi mutilación, fui a presentarle a mi peor enemigo, es decir, Juan Guillermo Aristizábal Vásquez, esta nueva teoría. Él sabía que no había aliviado nada. Como había ofrecido 5 millones de pesos, le pregunté que, si tal vez los quería dar, pero que era para el médico del dolor. Su respuesta fue que había cambiado de opinión y que no le importaba lo que sucediera conmigo. Que yo era un tonto, porque no entendía que esa cirugía se había hecho por sospecha. Yo le pregunté: ¿sospecha de qué?, a lo que él me respondió: "de lo que sea". Así que me echó de su consultorio”, dice el texto. 

Y sigue: “Aquello avivó mi odio hacia él, quien nunca mencionó algo relacionado con sospecha de nada. Fui engañado, ahora espero que mi venganza sea dulce. Mi objetivo ahora es darle muerte a ese infame urólogo. El me engañó, ahora deberá pagar. Es un vil tramposo aprovechado. Alguien tiene que frenarlo y estoy dispuesto a pagar el precio que sea necesario, incluso si tengo que pagar con mi vida”.

El libro termina con una carta de Cano a su hermano en la que confiesa lo que hará y que lo va a hacer para “sentirse bien” consigo mismo, le pide no hablar con las autoridades y cremar su cuerpo.

“Este caso está resuelto, se trata de una venganza por una lesión física que, a su vez, causó un malestar mental”, puntualiza.

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